Escalada y filosofía. Cuando la sabiduría se pone en práctica.

Muchas son las sabidurías que nos han legado las diferentes corrientes filosóficas a lo largo de la historia. Dejando a un lado las diferentes teorías, reflexiones y divagaciones, el fin último de la filosofía (y de todo lo que persigue el ser humano) es la felicidad. Entonces, partiendo de esto, nos gusta concebir la filosofía como un conjunto de sabidurías orientadas a vivir mejor, a la felicidad y la paz mental. Cada corriente tiene su propio camino, pero la meta es siempre la misma. Aunque, sorprendentemente, los caminos se cruzan o son los mismos en muchas de ellas, aunque hayan sido desarrolladas en contextos históricos y geográficos totalmente diferentes.

¿Qué tiene que ver la escalada con todo esto?

En la era de la sobreinformación en la que vivimos nos llegan muchas sabidurías, pero aplicamos pocas. Las “perlas filosóficas” del tipo post de Instagram o sobre de azúcar que nos llegan nos reconfortan un poco mientras las leemos, pero tienen poco o nada de impacto en nuestra vida. Incluso aunque profundicemos y leamos un largo y completo libro sobre algún tema, el impacto en nuestra vida será escaso si no lo ponemos en práctica y lo experimentamos por nosotros mismos. Y aquí es donde entra la escalada. Es una vía para experimentar, se puede convertir en un laboratorio donde experimentar con la vida, para bailar con ella y aprender sus lecciones. O, como es el caso que nos ocupa, poner en práctica las sabidurías que nos llegan, trascendiendo la intelectualización y abriendo la puerta a arraigarlas sólidamente en nuestra forma de ver el mundo, a integrarlas en nuestro sistema operativo. 

Podríamos tener las mejores herramientas del mundo, pero si no tenemos (o no sabemos) dónde o cómo aplicarlas, no servirán para nada y pronto caerán en el olvido.

Con el material y el nivel de seguridad actual de la práctica de escalada, se convierte en el terreno idóneo para observar y experimentar con nuestra mente, cuerpo y emociones. Obviamente tiene sus riesgos y debemos de tomar siempre estrictas medidas de seguridad, pero aún así es un gran terreno de juego donde aprendemos y nos desarrollamos, como una especie de entrenamiento para la vida y todas aquellas cosas que nos tomamos tan en serio que no seríamos capaces de arriesgarnos a fallar intentando algo diferente. Por el miedo a fallar o a equivocarnos en estas cosas con las que tanto nos identificamos nos perdemos todas las posibilidades de crecimiento y mejora. 

Cuando te encuentres en medio de un conflicto con otra persona o teniendo que tomar una decisión de vital importancia te va a costar demasiado probar ese concepto sobre hacer lo correcto que leíste de Marco Aurelio o ese vaciar la mente del viejo y sabio Lao Tsé.

Sin embargo, en la escalada podemos probar y experimentar libremente, vivir y observar, tal como hicieron los grandes pensadores que dedujeron las mejores y más eficientes tecnologías de vida (filosofías). Total, un par de vuelos de vez en cuando no vienen mal, y más si sirven al propósito de aprender (o desaprender) algo.

Las escaladoras y escaladores estamos predispuestos a recibir las sabidurías

Sin ánimo de sonar elitista, creo que en nuestra actividad tenemos algo que nos hace más propensos a recibir e implementar estas sabidurías. No digo que sea la única forma, probablemente ni siquiera la mejor, pero sí puedo afirmar que es un terreno fértil donde cultivar las virtudes. Y lo puedo argumentar.

Las sabidurías recogidas en las diferentes filosofías muestran formas de crecimiento y mejora personal. Pero para crecer hay que sentir la necesidad de hacerlo. Si ya piensas (o has dejado que tu mente piense) que no tienes más posibilidades, poco uso le vas a dar a cualquier filosofía que te llegue. Total, para hacer siempre lo mismo y llevar una vida cómoda no es necesario crecer ni aplicar ninguna filosofía, solo hay que dejarse llevar por la rutina y arrastrarse por la vida hasta que nos llegue el final. Pero, si alguna vez intentamos trascender este nivel más básico, nos vamos a encontrar con todo tipo de dificultades para las que sí que nos servirían un par de ideas de gente que ya las ha experimentado en el pasado y aún así elevaron su vida por encima de lo ordinario.

 

En la escalada también sabemos un par de cosas sobre trascender lo ordinario. Elegimos conscientemente desafiarnos a nosotros mismos, ir más allá de nuestras posibilidades actuales. En el momento en que empezamos a escalar nos estamos enfrentando cara a cara con nuestras limitaciones. Desde ir más allá de avanzar solo por terreno horizontal hasta la búsqueda constante de la superación, probando continuamente nuevas vías de diferentes grados y estilos, la escalada se convierte en el contexto idóneo para aplicar las herramientas que sirven para crecer sin dejarnos adocenar por los límites que creíamos que teníamos, conociéndonos mejor a nosotros mismos y nuestras posibilidades. Una vez que hemos sido capaces de implementar con éxito alguna idea que nos ayude a sacarnos de nuestro límite en la escalada, ¿qué nos impide hacerlo también en cualquier área de nuestra vida? Además, ya tendremos experiencia y seremos bastante más diestros en su aplicación.

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